sábado, 17 de noviembre de 2012

PEQUEÑO COMERCIO. El alma de la ciudad.


Estamos viendo estos días, en las redes sociales, unas propuestas en forma de cartelería para apoyar al comercio local y a los emprendedores. 


     



No sé si habrá algún sector o grupo social que no esté sufriendo el castigo de la crisis económica más feroz que recuerdo, así que me limitaré a aportar mi granito de arena con una visión un tanto romántica de lo que para mí representa el pequeño comercio. 

Santander es una ciudad en la que ir de paseo siempre tuvo un significado especial. No puedo imaginarla sin las hermosas tiendas y sus escaparates, ésos que nos hacen detenernos para contemplar con arrobo cualquier objeto de deseo. Los días oscuros de invierno son mucho más llevaderos si podemos caminar unas calles que aún se resisten a parecer dormidas gracias a la luz de sus tiendas. 





Y no sólo el centro de la ciudad resulta más acogedor, sino que cualquier zona se verá beneficiada por la existencia de comerciantes en los bajos de los edificios. No se trata sólo de ventas, también el cliente recibe una atención más directa y personalizada, propiciando una relación más estrecha que acaba siendo, en muchos casos, de amistad. 

El pequeño empresario pone en juego toda su ilusión y creatividad cuando empieza esta aventura, y deberíamos apreciarlo. No es una tarea fácil; cosas como el ocio o la familia a menudo pagan las consecuencias de una actividad tan exigente.

Las tiendas de siempre solucionan perfectamente nuestras necesidades, y los grandes centros comerciales las complementan en mayor o menor medida. Creo que hay sitio para todos y la coexistencia de ambas formas de consumir debería ser perfectamente posible. Pero son las tiendas las que realmente dan belleza y vida a los barrios, así que para convivir en armonía, a éstas últimas corresponde ofrecer todo aquello que las diferencie de las grandes superficies.

Es importante que el pequeño comercio siga sobreviviendo, y la mejor manera de plasmarlo es el siguiente decálogo. Lo encontré en las páginas del periódico de barrio "En paralelo",  allá por el año 2003, cuando la crisis aún no había mostrado su peor cara.




Creo que resume perfectamente mi sentir y el de mucha gente. Si encontramos todo tipo de negocios en los barrios, será mucho más agradable pasear y habrá más ocasiones para recrearnos la vista y para establecer relaciones entre los vecinos. En definitiva, el pequeño comercio hace que la ciudad, toda la ciudad, esté viva.


Navidad 2012-2013. La lucha del pequeño comercio del centro por seguir adelante e iluminarnos la ciudad.


Desde RegaLazos os hacemos llegar a todos nuestros mejores deseos.

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